" La diferencia entre un loco y yo , es que yo no estoy loco "

ELEGANCIA SALVAJE

Vaginarias-blogspot.com © ; bienvenidos sean todos al mundo de nuestras mentes, un mundo infinito e increíblemente único fusionado con la realidad y los sentidos creando así textos y pensamientos con un tinte claramente subjetivo a modo de expresión libre y claramente artística desde lo humano, hasta lo espiritual.
Nadie puede obligarte a pensar, pero si podemos hacerlo por nosotros mismos y expresarlo libremente de la forma que queramos sin más explicación o excusa alguna, así que nuevamente... bienvenidos a Vaginarias.blogspot.com. Disfrutenlo.








lunes, 30 de agosto de 2010

Si buscamos la relación equilibrada y creíble entre los conceptos de:
Felicidad, Verdad y Realidad daríamos vueltas a las ideas pasadas y presentes llegando a un resultado nulo y sin concordancia alguna con muchos estribos sueltos e ideas inconclusas y sin relación entre sí mismas.
Hablar de la felicidad es un tanto complejo y muchos fueron los filósofos que se encargaron de estudiar y profundizar este tema.
Como por ejemplo, Aristóteles – en el siglo V a.C - que nos hablaba de la felicidad como la justificación de todos los actos humanos y se lograba cuando accedíamos a la verdad y a la perfección del hombre y su perfección en esa misma característica, pero si comparamos esto con la cultura nihilista podríamos decir que toda esta explicación es un conjunto de convenciones, y por consiguiente la felicidad no existe bajo ningún punto de vista.
También existe la ideología del conocido filósofo alemán, Immanuel Kant, que me dice que es válido afirmar que, para mí, la felicidad es una disposición de la mente que nos incita a actuar en busca de ella a base de distintos actos y voluntades, siguiendo claramente nuestra propia ley moral.
En cuanto a la verdad no hay un concepto concreto y objetivo al cual atribuirle su propio significado ya que sólo es una palabra que encadena muchos términos y sentidos que relacionan entre sí, dependiendo del ente que realice dicha unión, y que se caracterizan por ser dinámicos y dependientes del lugar, poder y la historia en dónde se la ubique, sumándole que depende de la interpretación libre e independiente de cada individuo y sus conveniencias y que la verdad es claramente manipulable por los sentidos y razonamientos equívocos.
Y por último, la realidad es, desde mi visión contemporánea, una manera subjetiva de ver al mundo, un conjunto de símbolos o signos entrelazados intrínsecamente, una palabra magna bajo la cual se encuentran sumidas las demás concepciones, y justificamos nuestros actos en base a ella y por ella, decimos que entenderla es el propósito de todos los hombres y si llegamos a este, entonces seremos felices.
Pero así como tampoco podemos basarnos en mi concepción de la realidad - porque la que yo veo solo es producto de un conjunto de maquinarias que mi razón se enfrenta - el concepto es bastante parecido a la de la mayor parte de pensamientos, ya que toda explicación sale de un conocimiento popular u ordinario, una de las ideas más puras humanas - que se podría adquirir por la simple condición de ser un ser humano que se desarrolla en sociedad con costumbres y culturas – y por eso este conocimiento es más o menos homogénea, desde los principios de la humanidad el hombre buscó y rebuscó una explicación exacta a esta parte de la dimensión en la que nos encontramos varados, sin encontrar una explícita y en la cual basar razonablemente nuestra relación planteada al principio del texto lo que nos devuelve a un punto muerto en esta teoría y reafirmando que la realidad es totalmente subjetiva y bajo ningún punto de vista algo puramente racional en todos sus posibles aspectos.
Entonces, ¿existe la verdad en relación a la felicidad por igual para todos?, ¿Depende la felicidad de la verdad de la realidad? O ¿Hay alguna idea que nos impida caer en el subjetivismo explícito para explicar esta relación?
La respuesta es tan simple que a veces resulta increíble o una idea incompleta, la cual se reduce a un simple monosílabo: No.
Ya que, si el sentido de la materia depende de la interpretación de cada individuo, nunca podremos llegar una verdad absoluta para todos justificada en la simple existencia de la razón, porque esta última no es más que una dimensión de la realidad y ni siquiera es la más verdadera, ni la más profunda, como sí, son los procesos mentales y las ideas innatas que presenta cada hombre por su propia condición de hombre.
También decir que la realidad y la verdad son aceptables por el simple hecho de pertenecer a nuestro mundo es incorrecto porque solo son palabras y, como tal, no son portadoras de la esencia de las cosas, solo son una etiqueta insertada en los diversos códigos de nuestro dialecto.
Entonces nunca podremos llegar a la verdad ya que nunca habría un concepto que concordara con la realidad porque no sabemos si dicha realidad es válida en el campo de la razón objetiva o solo otro de los productos de nuestros pensamientos de la existencia que podamos relacionar sin discusión con todas las ideas en una línea de coherencia, entonces, por consiguiente la felicidad universal y objetiva, es imposible, es decir, ya que no todos tenemos la misma percepción de la realidad porque tanto ella como la felicidad son personales, entonces sólo dependen de nuestro ‘yo’ y tienden a tener un carácter individual y por eso la entendemos por particular y subjetiva.
Ningún pensamiento garantía de una realidad, lo que nos dice que la realidad solo es otra de las proyecciones mentales del ser humano, no algo totalmente real ni aceptable para justificar nuestros actos en busca de la verdad y felicidad.
Es por ello que surgen distintas corrientes tratando de responder los porqués, partiendo desde principios inconclusos o intentando, por lo menos, llegar a ellos, pero, a pesar de todo, todas desembocan inevitablemente en el subjetivismo.
Cuantas más vueltas le demos al asunto aquella monosílaba seguirá más presente y latente, combatiendo y aplacando todo concepto opositor.
La verdad claramente no está en los objetos de la realidad a la que nos enfrentamos, la que recordamos o la que imaginamos que está por llegar.
Ni tampoco en el sentido que nosotros les asignemos a dichas cosas, acciones, voluntades, ideologías o a lo que creemos que es la realidad, la verdad simplemente no está.
Si tomamos conciencia de ello sabremos que ser felices no depende de encontrar una respuesta al porque de las cosas ni la relación entre ellas, y su verdad pura y natural.
Y así poder, claramente y sin rodeos, afirmar que:
“Ser feliz es una disposición de la mente y no una condición de las circunstancias”.
Atenea.

jueves, 12 de agosto de 2010

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Mandá Musita al 2020
recibí las sorpresas más calientes
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( Agostina no vale que satures la línea )
¡HUEVOS!
eso es lo que falta.
y los que hay, están estrellados.
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.Si hablo demasiado no dejés de lado
Que nadie más te amará así como lo hago yo.
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