El baúl abierto está.
Todo el pasado se reafirma y lo vive a flor de piel, lo mira, lo contempla y lo siente una vez más. Pero no es como aquella vez, hoy es distinto. Es extraño.
Ya no duelen las heridas, ya no sangran los lamentos y no lloran las voces interiores.
Los hechos se repiten una y otra vez ante sus ojos, pero hay una nueva perspectiva que le impide caer en los mismos errores una y otra vez, y en el caso que caiga sabe la manera justa de salir, de escapar sin heridas de antaño.
Aún no lo puede creer, esas cosas que antes se aferraron a su vida, hoy pertenecen a aquel viejo y empolvado baúl, uno que solo se abre en las noches donde la valentía de recordar corre por nuestras venas y podemos afrontar aquellos deseos y pasiones que en su momento nos esclavizaron y nos obligaron a asesinar a nuestra propia cordura.
Un suspiro rompe el silencio y una nueva sensación corre contra el tiempo y llena la habitación de una nueva expectativa. La de increíblemente; ser feliz.
La frente en alto y los recuerdos fuera del baúl flotando libres en nuestra mente como nunca soñaron hacerlo, algo anuncia que al fin, el momento, llegó.
Despierta, atenta y fugaz. Comienza a descubrir que puede vivir su nueva vida y con la más importante de las sabidurías, la memoria junto con sus proyectos que desea marcar en el tiempo de un suspiro, en la eternidad.
Juntas; la memoria y su esencia la hacen un ser nuevo.
Uno más fuerte y capaz de vivir al máximo su vida, uno capaz de disfrutar las cosas a flor de piel, uno capaz de gritar con euforia quién es y sin temor al qué dirán. Uno al que la vida sin duda golpeó, pero una y otra vez sanó y se reforzó.
Ya no existen fronteras, leyes o barreras. Hoy ella está completa.
Caminar entre las sombras ya no es una opción, hoy ella puede volar y disfrutar la sensación del sol.

En el silencio de la noche no me atrevo a imaginar, crear y mucho menos pensar.
Todo está tan oscuro que mis sentidos comienzan a ver que todo es tan claro como puro, y nunca lo quise ver realmente.
Siempre estuvo allí, pero yo huí.
Corrí para alejarme de ella, pero sin darme cuenta que estaba en su propio laberinto, no había salidas o atajos que ella no conociera, no había esquina o rincón donde su esencia no se sintiera, no había centímetro donde no me agobiara constantemente sin opción al suspiro, robándome mi propia creencia, mi propia verdad.
Sin embargo quise huir, con ingenio o con torpeza, con la fuerza de un antiguo guerrero o con la pasión de un escritor, arriba o abajo, sólo quería irme de aquel laberinto mortal e humano.
Mi mente estaba censurada y mi boca también, ni un grito de ayuda quise lanzar, sabía que nadie lo iba a atrapar en aquella inmensidad, ella me sedujo hasta que caí en su red. Una hermosa, cegadora, pero poderosa red.
Una en la que caí y no quise salir. No peleé como al comienzo, sólo yací allí tratando de estar a gusto dónde me encontraba, conformándome.
Una en la que aún estoy atrapada, ahora lo veo. Siempre estuvo ahí, esperando este ansiado momento.
Ahora sola, no me atrevo a pensar, todo está quieto y calmo, no hay distracciones, pero si, muchos temores. La realidad me persigue sin paz y ya no hay fuerzas para frenarla y pedirle piedad, ya no puedo suplicar de rodillas el alivio del olvido.
La memoria se hace aún más presente y lastima en lo más profundo de mí ser, recordándome cada error, paso erróneo o duda que alguna vez me condujeran hacia la mismísima red.
¡Qué tonta he sido! Siempre ha estado allí.
Y yo que le creí consciente e inconscientemente.
Siempre ha estado ahí, presente y latente, la mentira siempre ha estado allí creando solo este laberinto para mí..

( Parece que ya nada es como antes. ♪ )

Caminaba sin más propósito alguno que el de caminar, lo quisiera o no, muchos ojos se clavan sin remordimiento en él. Miradas que como dagas se clavaban en su ser, miradas que la vida le había enseñado a soportar sin queja alguna. Su consuelo era que en cuanto posaban sus ojos en él, las venas de más de uno se convertían en hielo macizo, puro y duro.
Los ojos platinados de aquel extraño no saban otra opción que el escalofrío, eran inquietantemente hermosos y juraban una amenaza mortífera al mismo tiempo, pero aún así, cargaban con la sabiduría de un hombre, que claramente, había afrontado a la vida más de una vez en tiempos remotos.
Sus facciones se encontraban en una explícita armonía, pero aún el seguía enjaulado en su propio enigma, uno antiguo y tan puro como su propio ser.
En silencio sufría, comentan voces del olvido. Se le veía en su andar rígido y en las sombras, que cada día transcurrido, robaban de sus ojos la pasión y la propia luz vital.
Lo rodeaba un aura nítido letal, y cuando raramente sonreía se podía llegar a imaginar que dicho aura tomaba un tinte risueño.. Pero aún así, era inegable que su cuerpo expedía seguridad y peligro que haría pensar dos veces a cualquier ser razonable que quisiera contactar con él..
Y sin embargo, allí estaba ella quebrantando todas las barreras que él había impuesto, todas las reglas definidas.
Y sin embargo, allí estaba ella, amándolo como nunca antes.

[ Pht ]

La observa mientras duerme. Cada detalle. Cada pliegue en su piel. Cada arruga. La comisura de sus labios. Sus largas pestañas. Puede sentirla, aunque esté a un metro. La siente cercana, amable, cariñosa. La siente con sentimientos. Pero la ve decaída, desgarbada, sin posición. Está acostada mientras él comienza a hablarle al oído.  Él siente que ella lo mira de reojo, pero él solo cree sentirlo. No debería ser así. No podía ser así. Su mano se comienza a deslicar suavemente sobre la de ella. Él sigue divagando frases al azar en el oído de ella. Ella no le responde, de ninguna forma. Él comienza a acariciar la mano de ella. Él la besa en la mejilla, y lentamente se retira de la habitación. Piensa, y retrocede. Regresa al cuarto y la observa. La siente. Le encantaría poder sentirla viva .

En su momento amó. En su momento entregó cada partícula de su ser al simple fenómeno del amor, sin dudas, miedos, y mucho menos precauciones.
En su momento fue feliz, con él, por él y junto a él. La alegría le teñía las venas y le martilleaba tras los oídos cada vez que sus pieles hacían contacto, aunque fuese en el más efímero momento.
En su momento, sufrió. Sintiendo como cada parte de ese amor moría, se escapaba de ella y corría lejos hacia el horizonte, dejándola sola y desolada.
En su momento, lloró. Con todas las ganas, y pasión. La misma pasión que la impulsó a amar hoy la hacía llorar sin consuelo alguno entre las sombras de su dolor.
En su momento, miró. Miró su pasado y pudo levantar la frente y volver a mirar con objetividad. En su momento, caminó. Hacia el futuro, con una ilusión extraña en su interior, una nueva sensación, una increíble sensación. él había quedado enterrado, para siempre.
En su momento, corrió. Sintiendo la euforia de su nueva libertad, gritando con todas las ganas y con la esperanza como factor principal.
Hoy. Hoy en día ella es feliz, aprendió su valiosa lección de amar con pasión y vivir con la misma intensidad.
Ámalo a él, pero más ámate a ti misma y a tu vida.