" La diferencia entre un loco y yo , es que yo no estoy loco "

ELEGANCIA SALVAJE

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martes, 8 de junio de 2010

Una silueta de mujer, con curvas prominentes y un revoltijo en la cabeza , que al parecer era su cabello. Negro como la noche, contrastaba contra su piel pálida. Una estrella fugaz llena de colores indescriptibles chocaba contra una pared de cristal que lo recubría, como una burbuja. El estallido, provocaba una lluvia luminosa, con algo de "magia", que provocaba sonrisas. Un perro blanco, lanudo, caminaba sobre el agua en dirección opuesta hacia ella.. en dirección a un sol del tamaño de una cancha de béisbol, y de color mandarina. Miradas de caleidoscopio, casi de cristal, miraban hacia los puntos cardinales y luego, en dirección a ella, buscando algo, que no podían descifrar. Una noche estrellada, como un árbol de navidad, caía sobre la burbuja, y luego se hacia día. Gente corriendo, agitada, sin saber a dónde ir, pasaba frente a sus ojos, y algunos se detenían a mirarla cual fenómeno, y luego, seguían su apurada marcha, quién sabe a dónde. Agua, que caía como en cámara lenta, se chocaba contra su rostro, y le producía un cálido sentimiento al tacto con la piel. Un tornado, pasaba rápidamente, llevándose todo a su paso. Ella se quedaba nuevamente sola, en un fondo blanco, con matices grises muy leves. Luego, despertaba, y caía en la realidad. La silueta, no era más que una anciana de pelo alborotado que pedía monedas en el tren, donde un niño con un espejo, provocaba un mínimo destello de colores por la refracción contra el vidrio. Una rata, que caminaba sobre el agua podrida del subte, se dirigía a una pequeña fogata producida por el cortocircuito de algún que otro cable de aquel transporte público. Dos gemelas, de ojos como el mar, buscaban desesperadamente a su madre, que las había extraviado entre la multitud. Al salir del subte, la oscuridad de aquel subterráneo se desvanecía y volvía a ella la luz de un día gris y húmedo, mientras una manada de gente corría apurada en dirección al subte, para no perder ese viaje. Una leve llovizna caía lentamente sobre la ciudad, algo tibia por la humedad, y mojaba su rostro, seguido por una ventisca que hacía volar las mil hojas que estaban en el piso, como señal del reciente otoño. Luego, ella llegaba al lugar, a esa pared blanca de la puerta gris, donde sus sueños comenzaban otra vez, y donde prefería estar ..

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