Sus brazos lo mantuvieron apretado contra ella, mientras envolvía su cuerpo alrededor del suyo. La ternura de su toque y sus acciones lo punzaron, penetrando a través del férreo control que mantenía sus emociones lejos de florecer al exterior.
Era como si ella realmente se preocupara por él, como si él significara algo para ella, como si ella le estuviera haciendo el amor a él.
Apenas podía respirar. Por primera vez en mil quinientos años él sentía que realmente le estaba haciendo el amor a una mujer y no solo satisfaciendo un deseo primitivo.
No, éste no era sexo sin sentido.
Él la sentía. Se sentía conectado a ella. Sentía como si fueran más que desconocidos sin ataduras entre ellos. Sus labios abrasaron su piel mientras ella continuaba acariciando su cuello y empujándose a sí misma en contra de él. La sostuvo suavemente y cerró los ojos. Sus sentidos y sus emociones tambalearon ante el placer del momento.
Cuando todo explotó y solo las sensaciones estaban presentes y exaltadas se dejó estar en sus brazos, tembló hasta el centro de su maltratado y cansado corazón.
Yació allí, vulnerable y aterrorizado, sintiéndola a ella, y sólo a ella.
"Si vos sos el paraíso"
Fernanda Musa
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