Pasan los años pero ella no lo ha olvidado, lo siente como la primera vez en que cruzaron las miradas. La sangre martillea por sus venas con la misma intensidad del agua de aquella noche final.
Cada vez que piensa en su contacto, su ser sufre y se alegra de haberse entregado sólo a él en el más efímero pero hermoso momento.
Más allá de la distancia y los espacios incomprensibles que los separen, ella comprende que no hay fronteras que la detengan, leyes, ni límites. Porque aún la sola mención de él le llena el pecho y enloquece su corazón como en antaño.
Lo que haya a su al rededor carece de sentido porque ella sabe que el verdadero amor puede tocarnos una sola vez en la vida y acompañarnos por el resto del trayecto sin más excusas existentes dándole el único sentido a esta vida,y jamás nos dejará solos, siguiéndonos hasta el fin de nuestro camino.
En medio de la negrura que la noche brinda, las lágrimas caen y bañan su piel, lágrimas de memoria, respeto y admiración. Lamentándose y amándolo como nunca antes había creído, pero lo más importante, aceptando que a la realidad a la cual está aferrada es que; mientras tenga vida, él vivirá. Cerca o lejos dónde quiera que esté, su corazón es la que la hace continuar; vivo y palpitante, esperando el momento en que ambos se rencuentren donde sea que el final del camino la lleve.
Vuelve a tratar de dormir, tranquila, sabiendo que él está seguro y arraigado a lo más profundo de su ser ¡ya no hay que temer!.
Siempre su corazón estará perteneciéndole a él y sólo a él, cumpliendo su única promesa a través del tiempo : Sobrevivir cueste lo que cueste.
La eternidad los espera.
If you jump, I jump.
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