" La diferencia entre un loco y yo , es que yo no estoy loco "

ELEGANCIA SALVAJE

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miércoles, 3 de marzo de 2010

Solo querían irse lejos. Desaparecer. Irse a un lugar, juntos, donde nadie los conociera, ni les importase quiénes son. Solo querían irse.. juntos . Habían planeado escaparse a París. Él compraría los boletos esa misma tarde, y en unas horas estarían en el tren, viajando entre tinieblas y entre mil transeúntes con miles de historias, que ni los notarían entre la muchedumbre. Ella guardaba algo de equipaje ligero en una maleta vieja. La besó en los labios, rosándolos suavemente. Suspiro de por medio. La miró a los ojos " Te quiero ";  salió de la casa, de camino a la estación a sacar los pasajes para esa misma noche. La dejó sola en aquella casa que había sido su prisión personal, empacando las últimas cosas. Iba sonriente, contento por la vida. De una vez por todas, la vida le sonría, y la tenía a su lado, después de tanto tiempo. Llegó a la estación, y le sonrió a toda persona que se cruzara en el camino. La gente, devolvía cordialmente su saludo, y algunos lo ignoraban, no estarían acostumbrados a tanta cordialidad a esas horas. Retiró los boletos para un tren que salía en exactamente una hora y media. Suficiente tiempo para despedirse de aquella ciudad,  que los había condenado, hasta hoy. Iba de regreso a la casa, cuando recordó que debía hacer un recado antes de volver. Solo demoraría unos 20 minutos más. Llegó a la casa y no sintió la presencia de ella. Recorrió cada habitación y no la encontró. Pensó que tal vez salió a comprar algo de último momento. Tomó asiento en la galería, junto a las dos maletas que los acompañarían en su aventura. Miró su reloj. Solo faltaba una hora para salir de ese agujero. Esperó, esperó y esperó. Ella no aparecía. Ya era hora de tomar el tren y ella, no había aparecido. Salió de la casa, casi corriendo, desesperado, en busca de ella. Recorrió todo lugar en el que ella podía estar preguntando por ella. Nadie sabía donde estaba. Nadie la había visto. Totalmente defraudado se sentó en el banco de la plaza Real,  donde se habían dado su primer beso. La última  imágen de ella, empacando, no podía quitársele de la mente. Repentinamente, se le ocurrió que tal vez, podría estar en su antigua casa, donde había vivido con su padre. Tomó el tranvía hasta el paseo Las Calas. La noche empezaba a caer encima de Barcelona. Caminó hasta la casa. En realidad, más que caminar, casi que corrió. Llegó al portal de la casa, y tocó a la puerta. Nadie respondió. Podía sentirse, desde afuera, que nadie estaba en la casa. Las ventanas estaban celladas, tal cual años atrás. No había ninguna luz encendida. Ella no estaba allí . Se le ocurrió que tal vez la vecina podría saber algo. Tocó a la puerta de Doña Ortencia, la amigable vecina regordeta, que siempre tenía su cara teñida de un rojo pasión que deletaba su adicción al whisky. Pese a eso, la señora Ortencia, era una mujer solitaria y muy afable que siempre sabía todos los chismes del barrio. Doña Ortencia miró por la ventana, y al ver que era él el que llamaba a su puerta, una sonrisa de oreja a oreja se le incrustó en la cara. Los ojos le brillaron, y salió disparada hacia la puerta. Abrió la puerta y lo abrazó amigablemente. Luego de conversar un rato, doña Ortencia le dijo que la había visto por allí, y le preguntó que la traía por aquí. Ortencia dijo, que ella se limitó a responder que venía " de despedida". "No sé a qué re ferería esa niña, siempre supe que era algo fría, pero te digo que no lo sé Manuel.. ella se veía muy rara, nunca la había visto así eh, y eso que la conozco cuando era así de pequeña. No dijo más nada, pero si venía de despedida como ella dijo,  supongo que no faltará la oportunidad de que valla a visitar a su padre". Doña Ortencia, alcoholizada, a veces era mucho más inteligente. " Gracias Doña Ortencia, le agradezco sobre manera " " Ah Manuel, dejate de cordialidades. Venga ! dame un abrazo y márchate a buscarla , pero antes, prométeme que te darás una vuelta por aquí en cuanto puedas ! " " Así lo haré " . se fue con aquella promesa en los labios, que sabía, iba a ser muy difícil de cumplir. Tomó el tranvía hasta la estación. Su cabeza no dejaba de darle vueltas. Quería llorar, pero a la vez, quería pegarle a todo lo que se le cruzara por delante. Se escabulló en el tren, sin que nadie lo viera, y entró en uno de los compartimentos. El tren emprendió su marcha. Era una noche de invierno bastante pesada. A medida que avanzaban con el viaje, el paisaje sufría varias metamorfosis. Cuando comenzó a ver las montañas nevadas, las escasas casas y el lago , supo que era allí. Se bajó en esa parada, donde ni los méndigos se quedaban a pasar la noche. Miró su reloj. Eran algo así como las dos de la mañana. Emprendió su camino, pero sentía que los ojos le pesaban y no podía seguir. Pese a eso, siguió caminando. Llegó al cementerio de Villa Creifer. Obviamente, estaba cerrado. Saltó el muro y cayó del otro lado como una bolsa de papas. Se recompuso y observó aquella terrorífica imágen. Un laberinto de nichos, tumbas y mauselos de semblante oscuro se alzaban en la noche, mientras una neblina baja dificultaba la visión. Recordaba haber estado allí para el funeral del padre de ella, así que casi adivinando y por efecto, consiguió encontrar el mausoleo. La puerta estaba entornada. Un sudor frío recorrió su espalda y pensó lo peor. Sin pensarlo, entró. En el suelo, se veían rastros de sangre. Aterrorizado, los siguió. Los rastros terminaron en el féretro del padre de Cristina. Observó el lugar, y descubrió una nota. " Tengo miedo padre, tengo miedo de lastimarlo. Soy demasiado libre para atarme a él, aunque lo ame. Te amo. Ya nos encontraremos. " Sintió una rara mezcla de sensaciones. No sabía si era rabia, si era tristeza, si era decepción, o qué era realmente, pero .. se dio cuenta de la última línea de la nota " Ya nos encontraremos ". No sabía si era de masoquista, pero no podía dejarla irse. Debía ir a por ella. Recorrió todo el pueblo en su busca, ya que no era grande. Amanecía y su búsqueda había sido en vano. Lo atacaban miles de recuerdos y no pudo con ellos. Se sentó frente al lago congelado. Observó su reflejo. No pudo contenerse. Una gota se escurrió por su rostro hasta caer al hielo. Desvió la mirada hacia el horizonte. En la monotonía del horizonte, observó una figura. Intentó de ver mejor. No podía creerlo, era ella, adentrándose en el lago. Corrió hacia ella, pero el hielo comenzó a agrietarse y se detuvo. Gritó su nombre. Cristina se dio la vuelta. Lo miró, le sonrió con algo de tristeza. " Siempre te querré " le dijo, y saltó sobre el hielo, que consecuentemente comenzó a agrietarse. Él quiso alcanzarla, pero el hielo se movía y le impedía seguir. Cuando estaba a dos metros de ella, ella se undió en el agua, y el hielo tapó el lugar por el que había caído. Se arrastró hacia el lugar donde había caído Cristina, y pudo verla bajo el hielo. Ella lo miraba y le sonría. Apoyó su mano sobre el hielo y no dejó de mirarlo. Él, desesperado intentaba roomper el hielo y sacarla, pero era en vano. Una última burbuja salió de la boca de Cristina, y ella solo .. solo.. se undió lentamente mirándolo y con el brazo extendido hacia él. Él la vio irse lentamente. Lo que nadie sabe, es que ese día, inconcientemente, él.. se fue junto con ella. 

1 comentario:

  1. Sisi, querías ponerme los pelos de punta?
    Oh sí, lo conseguiste.. Me gustó. Aunque haya cosas que no me cierren.
    Aplausos y mis admiraciones srita. Frattini ♥

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